Introducción
Muchos creyentes modernos, al leer el Antiguo Testamento, se sienten incómodos con su tono, sus juicios y la intensidad de su narrativa. Inconscientemente, ven a “ese Dios del antiguo testamento” como una versión más primitiva, severa o incluso contradictoria con el Dios amoroso que creen ver en Yeshúa.
Pero esta división no está en las Escrituras hebreas ni en la mente de los apóstoles. Es el fruto de siglos de alejamiento de las raíces hebreas de la fe, y de la influencia de ciertos líderes eclesiásticos que, en lugar de continuar con la cosmovisión hebrea del Mesías y sus discípulos, adoptaron una mentalidad griega y filosófica que transformó radicalmente el mensaje del Evangelio.
🧠 De la cosmovisión hebrea al dualismo griego
La Escritura, escrita por hebreos en un contexto semita, revela un solo Dios —YHWH— quien es el mismo ayer, hoy y siempre (Malaquías 3:6, Hebreos 13:8). Su justicia y su misericordia están entretejidas desde Génesis hasta Apocalipsis.
Sin embargo, tras la muerte de los apóstoles, comenzaron a surgir voces influyentes en el mundo grecorromano —muchos de ellos conocidos como “Padres de la Iglesia”— que interpretaron las Escrituras desde una perspectiva filosófica platónica y alejandrina, y no desde el paradigma hebreo. Este cambio de enfoque trajo consecuencias profundas, presentando al Dios del antiguo testamento como cruel y malvado.
Este cambio no fue producto de la casualidad, fue intensional, de esta forma “los padres de la iglesia” trataron de evadir la persecución Romana hacia todo lo que pareciera judío, lo que finalmente llevo a la iglesia a una mentalidad griega y filosófica, alejándose de la raíces hebreas de la fe.
🛑 Marción: el hereje que abrió la brecha
Uno de los primeros en separar radicalmente el Antiguo del Nuevo Testamento fue Marción de Sinope (siglo II d.C.), quien afirmaba que el Dios del Antiguo Testamento era un dios menor, tirano y cruel —un demiurgo— mientras que el Dios del Nuevo Testamento, revelado por Jesús, era completamente distinto: amoroso, misericordioso y espiritual.
Marción rechazó el Tanaj (Antiguo Testamento) y mutiló el Evangelio de Lucas y las cartas de Pablo para que encajaran en su doctrina. A pesar de haber sido condenado como hereje, su influencia perduró indirectamente: muchas doctrinas cristianas posteriores siguieron presentando un Dios bifurcado, incluso sin darse cuenta.
🧱 Orígenes, Agustín y el legado platónico
Orígenes de Alejandría, aunque más equilibrado que Marción, fue un defensor de la alegorización excesiva. Influenciado por Platón, desarrolló una teología donde el mundo físico era inferior al espiritual, y donde muchas narrativas del Antiguo Testamento se interpretaban como “simbólicas” o “alegóricas”, para suavizar sus aspectos “duros”.
Agustín de Hipona, más tarde, afianzó una interpretación fuertemente alegórica y moralista. Su visión del pecado original, la predestinación y la gracia fue construida sobre la base de una dualidad entre Ley y Evangelio, donde la Torá fue vista más como una carga que como una revelación divina.
Esta lectura filtrada por el lente griego y no por la raíz hebrea, fue la que predominó durante siglos en la teología cristiana occidental.
⛪ La iglesia se aleja de Israel
Con Constantino y el Concilio de Nicea (325 d.C.), el cristianismo dejó de ser una secta mesiánica judía perseguida para convertirse en religión imperial. Esto tuvo un precio: la desconexión total del pueblo de Israel.
Ya no se celebraban las fiestas bíblicas (Levítico 23), sino fechas paganas renombradas. Ya no se estudiaba la Torá, sino los escritos griegos. Se reemplazó la visión hebrea de un Dios que actúa en la historia, por una idea de Dios abstracto, más cercano a Aristóteles que a Abraham.
La consecuencia directa fue que el Dios que juzga el mal y purifica a su pueblo comenzó a ser rechazado, ignorado o reexplicado.
📜 ¿Qué pensaban Yeshúa y los apóstoles?
En contraste con los “Padres” posteriores, Yeshúa nunca se presentó como alguien distinto al Dios del Sinaí. Él lo llama “mi Padre” y afirma:
“Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
“Si me habéis visto a mí, habéis visto al Padre” (Juan 14:9).
Pedro, Pablo, Juan y Santiago —todos judíos del siglo I— nunca negaron la autoridad del Tanaj.
De hecho, sus enseñanzas están llenas de referencias al Antiguo Testamento como Escritura viva. Pablo enseña que “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), refiriéndose específicamente al Tanaj.
🔄 ¿Cómo se revierte esta distorsión?
Hoy muchos creyentes están redescubriendo la unidad narrativa de la Biblia. El mismo Dios que juzgó a Egipto es el que ofreció su propio Hijo. El que estableció la Torá es el que la cumplió en el Mesías.
No hay dos dioses, ni dos caminos, ni dos pueblos. Solo hay uno: YHWH, el Dios de Israel, revelado plenamente en Yeshúa el Mesías.
Para sanar la comprensión del carácter de Dios, debemos:
- Estudiar la Escritura en su contexto hebreo original.
- Volver a las raíces del Evangelio como lo vivieron los primeros creyentes.
- Reconocer y denunciar la influencia filosófica griega que tergiversó el mensaje.
🧭 Conclusión: volver al origen para ver al Padre
Dios no necesita que lo defendamos suavizando su carácter. Necesita que lo mostremos como es: justo, misericordioso, poderoso, santo, paciente y redentor.
El problema no está en el texto bíblico, sino en los filtros con los que ha sido leído.
La Iglesia necesita urgentemente una reforma de entendimiento, una teshuvá (retorno), no a la religión del pasado, sino al corazón del Padre revelado desde el principio.
El Dios del Antiguo Testamento no es un problema: es la raíz del Evangelio.
Si quieres comprender el contexto original hebreo de las escritura te invitamos a leer nuestro post: La Importancia de la Enseñanza Bíblica en su Contexto Original: Clave para una Interpretación Precisa
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