A lo largo de la historia, han surgido múltiples interpretaciones sobre las señales del fin del mundo, el regreso del Mesías y el llamado “Apocalipsis”. Sin embargo, muchas de estas ideas han sido moldeadas más por la cultura occidental moderna que por el contexto bíblico original. Para entender verdaderamente las señales de los últimos tiempos, es imprescindible volver al lenguaje, la cosmovisión y las raíces hebreas de las Escrituras. Lo que encontramos no es una narrativa para atemorizar, sino un llamado a vivir con propósito, con discernimiento y alineados con el Reino de Dios.
El Tiempo del Fin y las señales de los últimos tiempos: ¿Un Concepto Moderno?
El concepto de “últimos tiempos” (en hebreo אַחֲרִית הַיָּמִים – Ajarit haYamim) no tiene como objetivo satisfacer la curiosidad sobre eventos catastróficos, sino preparar el corazón del pueblo de Dios para una transformación cósmica y espiritual. Aparece por primera vez en Génesis 49:1, cuando Yaakov (Jacob) reúne a sus hijos y les dice lo que sucederá en los días por venir. Desde el inicio, la expresión se asocia con revelación, corrección, redención y cumplimiento.
Señales en el Cielo y en la Tierra: ¿Qué nos dijo Yeshúa?
En Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, encontramos a Yeshúa respondiendo una pregunta directa: “¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” Su respuesta fue extensa, clara y profundamente conectada con las profecías del Tanaj (Antiguo Testamento):
- “Habrá guerras y rumores de guerras…” (Mateo 24:6)
- “Se levantará nación contra nación…” (Mateo 24:7)
- “Habrá pestes, hambres y terremotos…” (Mateo 24:7)
Pero Yeshúa también nos advierte: “Todo esto es solo el principio de dolores”. Aquí la expresión utilizada, “dolores de parto”, conecta con Isaías 66:8-9, donde el profeta habla del nacimiento repentino de una nación y el cumplimiento de la redención.
Estas señales no son finales por sí mismas, sino preámbulos. No se trata de predecir fechas ni de caer en paranoia, sino de reconocer los tiempos espirituales en los que vivimos y prepararnos como novia que espera al esposo (Mateo 25).
El Engaño de los Falsos Mesías y Falsos Profetas
Una de las señales más recurrentes es el surgimiento de falsos ungidos (en hebreo, meshiakh sheker – משיח שקר). Yeshúa advierte en Mateo 24:24:
“Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos.”
Este mensaje nos llama a tener discernimiento. No todo lo que brilla es oro, ni todo lo que se presenta en el nombre de Dios es genuino. Muchos serán seducidos por lo espectacular, lo emocional, o lo que se adapta a sus deseos, y no por la verdad revelada.
Israel: El Reloj Profético de Dios
Uno de los elementos centrales en la profecía bíblica es el pueblo y la tierra de Israel. En Ezequiel 36 y 37, Dios promete reunir a su pueblo de entre las naciones y devolverle su tierra. Esto se cumplió parcialmente en 1948, con el renacimiento del Estado de Israel. Sin embargo, esto no solo fue un evento político, sino un cumplimiento profético clave que marcó el inicio de un nuevo ciclo escatológico.
Yeshúa dijo: “Aprended de la higuera…” (Mateo 24:32). Muchos intérpretes ven a la higuera como símbolo de Israel. Cuando reverdece, el verano está cerca. El reverdecer de Israel es señal de que el Reino de Dios se acerca con poder y gloria.
El Enfriamiento del Amor y el Aumento de la Maldad
Otra señal es la degeneración moral y espiritual. Yeshúa afirma en Mateo 24:12:
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.”
Esta frialdad no es solo emocional, es una desconexión con el diseño del Reino. La palabra hebrea “ahavá” (אהבה), amor, está conectada con “hav” (dar). Donde no hay entrega ni verdad, el amor se apaga. La maldad, en su raíz hebrea “ra” (רע), no solo es maldad ética, sino una desconexión del propósito divino.
¿Cómo Prepararnos?
La verdadera preparación para los últimos tiempos no es almacenar comida ni vivir con miedo, sino alinear nuestra vida con el Reino de Dios. Es entender que estas señales no son finales, sino avisos amorosos del cielo para volver al camino.
Volver al diseño original, caminar en fidelidad, practicar justicia y misericordia, proclamar el mensaje del Reino, y vivir una vida de santidad no por obligación, sino por amor y respuesta a la redención.
Como dijo Pablo:
“Porque sabéis el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño…” (Romanos 13:11)
¿Estamos leyendo las señales? ¿O estamos tan dormidos espiritualmente que solo reaccionamos cuando es tarde?
Los últimos tiempos no son un mito ni una leyenda, son el anuncio de que el Reino de Dios está cerca. Pero no como un evento hollywoodense, sino como una realidad espiritual que ya ha comenzado y que está por manifestarse plenamente. La gran pregunta no es cuándo ocurrirá, sino cómo estamos viviendo mientras se acerca.
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